• 27 noviembre, 2024

¿Tiene la esperanza un lado oscuro?

Imagínese que sufre de una enfermedad crónica que le plantea un desafío todos los días. Sufre de dolores, moverse le es difícil, y a veces padece sorprendentes bajones de energía. Toma montones de pastillas para obtener alivio y se somete a incontables procedimientos médicos para impedir que la enfermedad avance.

La enfermedad podría ser física, como diabetes, síndrome de fatiga crónica o artritis. Podría ser emocional o psicológica, como ansiedad o depresión.

De cualquier forma, ¿podría ser su vida mejor si dejara de tener la esperanza de curar su afección y simplemente aceptara las cosas tal cual son?

«A veces, saber que la adversidad a la que se enfrenta es permanente hace que encararla sea más fácil», aseguró el Dr. Peter A. Ubel, profesor de medicina y psicología de la Universidad de Michigan, y director del Centro de ciencias conductuales y de la decisión en medicina de la universidad.

Ubel fue coautor de un estudio que encontró que la gente que se había sometido a una colostomía (una cirugía que crea una apertura en el abdomen para que las heces salgan del cuerpo) pero podían revertir el procedimiento en el futuro no experimentaron una mejora en la satisfacción vital con el tiempo. Pero las personas que se sometieron a colostomías irreversibles refirieron una mejora en la satisfacción con su calidad de vida.

Sin embargo, esta no es una conclusión que se pueda adoptar universalmente. La Dra. Ann Berger, jefa de atención del dolor y paliativa del Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. de Bethesda, Maryland, señaló que considera que el hallazgo del estudio sobre la colostomía apenas toca la superficie de lo que un paciente necesita vivir para experimentar sanación de una enfermedad crónica.

«La aceptación es apenas una parte muy pequeña para, al final, desarrollar una sensación de totalidad en la curación de una enfermedad crónica», aseguró Berger.

En el estudio participaron 71 pacientes de colostomía, lo que incluía a 30 personas con procedimientos permanentes y 41 con procedimientos reversibles. A todas se les preguntó sobre su calidad de vida una semana después del alta hospitalaria, y de nuevo al mes y a los seis meses.

Aunque ambos grupos de personas tenían la misma discapacidad, las que sabían que su afección era permanente se adaptaron mejor a la situación con el tiempo, encontró Ubel.

Considera que es probable que un par de factores tengan algo que ver con esto. En primer lugar, las personas que tienen la esperanza de una cura que nunca llega podrían frustrarse con el tiempo cuando su situación no mejora.

«La felicidad no solo se trata de las circunstancias, sino también de cómo las circunstancias se comparan con las experiencias», planteó Ubel. «Si alguien continúa teniendo esperanzas de que las cosas mejorarán, se sentirá más frustrado».

Ubel también explicó que las personas que se aferran a sus esperanzas experimentan mucho «Weltschmerz», una expresión alemana que se refiere al dolor que la gente siente al comparar la vida real con lo que la vida debería ser.

«Si espero algo mejor, continuamente comparo mi suerte actual con lo que debería ser, y el contraste duele», aseguró Ubel. «Las personas que sufren de una afección temporal se plantean por qué tienen que vivir con ella. Desean mejorar. Las personas que sufren de una afección permanente piensan que las cosas no son perfectas, pero es lo que les ha tocado».

Por otro lado, Berger piensa que la gente debe tomarse los hallazgos de los pacientes de colostomía «con un grano de sal», en parte porque los resultados provienen de un pequeño grupo de participantes en el estudio.

Pero además, toda una variedad de factores vitales pueden afectar la forma en que las personas afrontan la enfermedad crónica, entre ellos su estado psicológico antes de la enfermedad, sus redes sociales y sistemas de respaldo, y su sentido de la espiritualidad, señaló Berger. Ninguno de estos factores se consideró en el estudio.

«Mucho de esto tiene que ver con el sentido de las personas de que tienen un lugar en el mundo. De que están seguras y alguien les cuida. De tener planes y expectativas para la vida. De tener control sobre las circunstancia vitales. De lograr algún tipo de paz interna firme», planteó. «Hay cosas que suceden en la psique que ayudan en el proceso de sanación».

Si las personas cuentan con respaldo y un sentido de la espiritualidad, tal vez no se curen, pero sí se sanen, afirmó. «Hay que considerar la curación versus la sanación», dijo Berger. «La curación es curarse de una enfermedad. La sanación es un sentimiento de totalidad de un individuo».

Y la idea de «renunciar a la esperanza» es fallida, subrayó.

«No creo que necesariamente se renuncie a la esperanza», dijo Berger. «Cuando uno está crónicamente enfermo, podría tener esperanzas de otras cosas. La esperanza simplemente cambia, de forma que en lugar de esperar una curación, se espera poder ir a la boda de alguien, o ver el atardecer mañana. La esperanza no es para una curación, sino otras cosas. No se trata de perder la esperanza. Es algo muy distinto, y así se puede sentir la sanación».

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

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