Vicente García: cronista de la capicúa caribeña
De José D Laura
En la mitología taína, Yocahú es la máxima deidad, hijo de Atabey y considerado el espíritu masculino de la fertilidad. Su nombre se asocia a la yuca, principal cultivo de los taínos.
El nuevo disco de Vicente García abre con “Puñito de Yocahú”, hermosa e hipnótica descripción de la vida de los taínos hasta la llegada de los españoles: “El sol le levanta/ salta de la hamaca/ parece un buen día pa’ guayar la yuca/ y su perro mudo/ siempre le acompaña/ a cruzar el río/ hasta la montaña”.
García lo tiene clarísimo: “entre crónicas y paisajes (el disco) se inspira en Quisqueya, en su gente y en la herencia cultural que nos protege. Un viaje al origen buscando entender el presente, para aliviar el futuro”.
Por tener, “Puñito de Yocahú” tiene de todo: perico ripiao, dub, merengue de calle, góspel, bachata y bolero: un recorrido por los sonidos del Caribe, ese continente emocional que nos define y nos trasciende más allá de las fronteras: todos buscamos visa para un sueño.
Lo tengo clarísimo: este disco destila sensibilidad social en cada verso de “Quisqueya”: “Son cinco siglos y pico de combate/ entre el oro y la fe/ colono, criollo, caudillo/ familias que mueven a su merced/ media isla como ficha e’dominó/ cualquier presidente lo suben, lo bajan/ y sale con doble seis”. Remata con un pedido actual y desgarrador: “Quisqueya, la tierra de mis amores, ya en Pueblo Viejo no brotan flores” y se pregunta: “¿cuándo van a cambiar este juego? / ¿cuándo van a apagar este fuego?/ ¿cuándo van a escuchar /el clamor de Quisqueya?”.
Si usted también cuestiona, coincidirá en que “el Caribe es tráfico mi pana/ una postal desenfocada/ una lucha entre el oro/ la arena, el mar y el poder” pero, antes de coger el monte, están las madrugadas y los atardeceres, y los manantiales de la mujer que amamos: : “Ando dando tumbos por los campos/ me siento esclavo solo de tu piel/ te busco y no te encuentro al horizonte/ No puedo, me alzaré para el maniel/ Llevo siete lunas orbitando/ buscándote en la furia del placer/Y si es que el cimarrón corre en mi sangre/ ¿Qué hacemos?/ Me tocará coger el monte”.
García escucha y estudia las voces populares, aquellas que encierran un brillante nivel de expresión, más allá de las castrantes correcciones académicas: “El frío se ha llevado los motivos/ respiro para sanar/ pues todo lo que yo viví contigo/ hoy son motivos para matar/ Si tú quieres descóseme el ombligo/ Si tú quieres me tiras al mar/ que yo hace rato toy deguabinao”. García, desde la actualidad de sus composiciones, se anima e inaugura una nueva palabra recriminatoria, “robamotor”, en clara alusión a la madre que se hizo viral en redes sociales.
Desde sus primeras canciones, García destaca por el dejo de ternura en las inflexiones de su voz. De eso hace galas en “Mambo violento”: “Solo cuando pienso en ti/ cuando las olas trepan por lo alto/ cuando el pecho me empieza a latir como mambo/ Porque cada beso que te di/ se quedó sembrado aquí en mis ganas/ Solo cuando bebo de tu boca/ yo voy volando en alta/ Y cuando se funde tu cuerpo en mi cuerpo/ hay mambo violento”.
Vicente García nos hace una propuesta brillante y necesaria, para reconocernos en lo que queda de auténtico en este crisol que abonamos con esperanza. El recorrido por “Puñito de Yocahú” se anticipa maravilloso: “Ay, amor bendito, no me desampare/ Llévame a tu noche, dame tus detalles/ Ay, amor bonito, ya compré pasaje/ que yo voy en coche, viendo este paisaje”.

