• 25 abril, 2024

Patricia Pereyra, la diva de Santiago, mí amiga

Por Luisa Rebecca

A propòsito del reconocimiento hecho por Casa de Arte, en el marco de sus 27 años de fundaciòn, en la «Tertulia con los Grandes».

No recuerdo cuàndo conocì a Patricia.  No sè si primero fue la artista o la hermana, o ambas a la vez, pero ha de haber sido por aquellos años 80, con el inicio de esta instituciòn, Casa de Arte, donde nacieron tantos artistas, que encontraron en esta casa un bastiòn para sus incipientes carreras artìsticas.

Con Patricia aprendì a querer a la gente como es y a valorar a esta guerrera que empezò temprano a librar batallas.  La primera, un impedimento fìsico y luego los impedimentos que pone la sociedad a artistas de su clase y de su gènero.

Desde entonces, comenzaron las tardes de creaciòn en su casa de la R. C. Tolentino, recorriendo la sala, la terraza y la habitaciòn, llenando cada espacio con inolvidables textos, trozos de olas y canciones, aromas de margaritas e intercambios de perfumes, fòrmulas de belleza y concepciones artìsticas y existencialistas.  Ahì vi a su hijo crecer, a Marìa envejecer y a ella desarrollarse en su carrera y cada dìa ir acrisolando su voz y afinando la pluma para darnos desbordantes muestras de creatividad, entre colores, humedades, una ilusiòn tras otra y sus pasiones vertidas en las canciones que escribe, musicaliza e interpreta.

Sola o rodeada de gente, un dìa peleando, el otro sonriendo, al siguiente ilusionada o «jarta de tò», Patricia ha sabido mantenerse fiel a su estilo artìstico, a su identidad, a su estilo ùnico, valorando su privilegiada voz y su sensibilidad sin lìmites.

Cambiante y firme a la vez, con una voluntad de hierro, tiene la virtud de saber olvidar…  Odiar hoy, jurar no volver y mañana amar con despreocupada pasiòn y hermandad en nombre del arte y los artistas.

Inolvidables anècdotas, montajes de espectàculos, indicaciones marcadas y ensayadas y luego, como nada, ella echarlo todo a perder en el espectàculo.  Como sucediò una vez en el Centro de la Cultura, en una presentaciòn muy elegante y solemne, todo acùstico con el maestro Rafael Solano al piano y Julio Cèsar Curiel en la guitarra.  Todo iba bien, Patricia habìa  dado las gracias escuetamente, como se planificò, pero al final saliò con una de sus ocurrencias.  Con ella siempre es igual.  Hay un afecto constante, una historia imposible de interrumpir…

Cuando el corazòn me late, lo escucho.  Al momento arranco para allà.  Sòlo la llamo «que tranquen los perros» y asì nos insalamos en esa casa de las musas y los ladrillos, a reafirmar que no hay manera, que la singular Patricia, es imprescindible para la gente de sensibilidad artìstica, asì que siempre, siempre, de tarde en tarde, saco tiempo para llamar o para aparecerme, donde la Pereyra, no importa la hora, ni la fecha, ni el año…

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